domingo, 20 de noviembre de 2011

Er furbo

Ingolstadt es un sitio tranquilo: la gente anda despacio (no hay el estrés de Madrid), la gente habla de uno en uno (lo de que los alemanes hablan bajo no es del todo cierto, lo único que pasa es que hablan de uno en uno y a veces sólo habla uno...), ...

Y aunque es un sitio tranquilo he descubierto que la gente cambia con la fiebre del fútbol.

El otro día llegué a la parada de Haupfbanhof y me encontré una masa de gente encolerizada, gritando como energúmenos poseidos, saltando, gritando y cantando cosas raras (aún no tengo suficiente nivel de alemán como para entenderles). Al lado un grupo de policías más numeroso que el de los energúmenos; tocaban como a tres policías por cada elemento.

Me quedé paralizada porque en una ciudad (para mí un pueblo...) como Ingolstadt donde nunca pasa nada que de repente viera semejante rebaño de gente me hizo colapsarme.

Con mi lengua de trapo pregunté "Was ist los?" a lo que me contaron que había un partido de fúrbo. No entiendo el alemán pero la palabra furbo se pronuncie en el idioma en que se pronuncie es inconfundible.

Y ahí estaban. Tan felices. Tan histéricos. Les habían fletado autobuses especiales y a la llegada de uno todos subieron en un segundo como desquiciados. Dentro fumando, bebiendo, saltando, gritando... Casi vuelcan el autobús.... Toda la normativa alemana y el saber estar, saltado a la torera bajo la bandera del furbo.

Y es que no sé qué tiene el furbo que encoleriza a las fieras...

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