miércoles, 18 de junio de 2014

Salsa en Ingolstadt

Para los amantes de la salsa, Ingolstadt tiene un sitio y un día donde reunirse.

http://www.havanabar-ingolstadt.de/

Los miércoles a las seis hay clase de iniciación de salsa. A las siete y media es clase de avanzados. Y a las nueve hay fiesta de salsa. Los domingos también es día de salsa en el Havana.

Para la clase de iniciación no hay que ir con pareja pues se aprende a bailar el paso básico y suele hacerse la clase en línea. Para la clase de avanzados es bueno ir con pareja aunque se puede ir solo y en la misma clase emparejarse con alguien que también vaya solo.

El precio es 8 euros y se paga la clase a la que se asiste cuando ésta termina.

Yo usé la técnica de ir sola a la clase de avanzados para conocer gente. Como estoy acostumbrada a esquivar "las sobras" solía ir prontito, antes de que la clase empezara, echar un vistazo a los chicos que estaban esperando a que empezara la clase y mirar a ver cuál había ido solo. Una vez localizado el objetivo, y previa superación del primer filtro, me acercaba a preguntarles si realmente estaban allí para la clase y si estaban solos y querían bailar conmigo en la clase.

A fuerza de ir semana tras semana, conocí a un inglés que como yo también iba solo y teníamos el mismo nivel bailando por lo que nos hicimos pareja de baile. La pena es que el chico se fue de Ingolstadt... Qué pereza empezar de nuevo el proceso de selección... Así que ya he dejado un poco el tema clases de salsa...

La mayor diferencia en cuanto a bailar salsa en Madrid a bailar salsa en el Havana en Ingolstadt es que el sentimiento bailando es cero. Los alemanes no suelen tener ritmo ninguno. Lo tienen nulo. Los pobrecitos míos hacen lo que pueden pero se mueven desacompasados y sin sentimiento. Pero como buenos alemanes, cuando tienen un hobbie exprimen todas sus energías en ser los mejores en eso. Así que cuando el hobbie de un alemán es la salsa, hacen todo lo posible por ser buenos bailarines.

La cosa es que acaban bailando de manera perfecta pero sin sentimiento. Los pasos son ejecutados a la perfección pero el sentimiento se lo dejan todos en casa.

Otra diferencia es que, mientras en Madrid la gente va a bailar a las salas de salsa con gente distinta, en el Havana en Ingolstadt la mayoría va con su pareja y baila con su pareja canción tras canción. Hay osados que van solos y se atreven a bailar con gente distinta!

Yo, como siempre intentando romper las reglas, harta una noche de ser invisible para los singles de la fiesta y cansada de ver los movimientos ejecutados a la perfección por los alemanes que iban en pareja, osé sacar a bailar a un alemán. Me llevé un NO que en mi vida me hubiera imaginado. En Madrid no pasa ni un minuto desde que dejo de bailar una canción para que venga otro bailarín y me invite a otro baile. Hay veces que me quedo sin aire de un baile y me tengo que excusar frente al siguiente que me pide bailar porque no he podido recuperar el resuello.

En Ingolstadt te da tiempo a recuperar el aire, a respirar todo el aire de Ingolstadt y el de Bayern, hasta que otro te pida bailar. De hecho puede acabarse la noche, cerrar el Havana y estar aún esperando a que alguno se acerque.

Y el colmo está en que vayas a pedirle bailar a un chico y que te diga que NEIN. Y si eso es el colmo, el re-colmo es que un segundo te diga también que NEIN.

Otra cosa curiosa que pasa en el Havana es que para los alemanes no existe nadie en la pista salvo ellos. Si una pareja está bailando, no procurará dejarte sitio. Bailará como si la pista fuera toda para su pareja y él. Y si te empuja en su afán de ejecutar sus movimientos perfectamente, rara vez se disculpará o incluso te mirará. Seguirá bailando porque da por hecho que sigue sin haber nadie.

Si vas buscando merengue, puede que suene uno o dos en la fiesta. Bachatas también contadas. Lo que más se oye es salsa. Ahora les ha dado por poner milonga también. Y las clases son sólo de salsa. Hay algún workshop de bachata pero como algo excepcional.


Partidos de España en Ingolstadt

El mejor sitio para ver los partidos de la roja o de los equipos españoles en general es la Diva:

http://www.ladiva-ingolstadt.de/LA_DIVA/Home.html

Allí solemos ir los españoles a ver los partidos. El bar se llena y cuando hace tiempo ponen la pantalla en la calle.

Con motivo del mundial de fútbol, todo Ingolstadt se ha plagado de pantallas que ofrecen los partidos. Hoy nos hemos dado cita en la Diva para animar a la roja pero por segunda vez consecutiva ha perdido así que pa´casita que se van.

Estando fuera del país sentimos con más fuerza los colores y eso de quedarnos tan pronto fuera del mundial nos ha dolido.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Próximo evento: Volksfest Ingolstadt

En el autobús

En los autobuses es muy normal que se pueda subir por la parte de atrás o por la puerta de delante sin tener que enseñar el título de transporte. Hay veces que el conductor lo pide al acceder al autobús pero en muchas ocasiones sólo hay que subir y sentarse.

Las líneas de autobús de Ingolstadt se pueden ver en este enlace:

http://www.invg.de/

Una diferencia con los autobuses en Madrid es que se sabe exactamente a qué hora va a pasar el autobús por la parada. Y son puntualísimos.

Los autobuseros en Ingolstadt son un tema aparte. Los hay supermajos como es el caso del que se encontró mis guantes abandonados y me los guardó varios días hasta que volví a coger el bus, y los hay superamargados como es el caso de el del otro día.

Llego a la parada un minuto antes de la hora indicada en el horario de buses. Veo de lejos que está el bus parado en la parada y arranco a correr para que perciba mi intención de coger el bus el autobusero. Justo cuando llego a la parada y voy a echar el pie, me cierra la puerta mientras me mira a los ojos directamente y hace un gesto de "huy, se siente. El próximo pasa en media hora". A todo esto el bus estaba parado con las puertas abiertas y nadie subía ni bajaba. Pero el tío a sangre fría me esperó a que llegara corriendo para cerrarme la puerta.

Pero no fue el único. Otro día misma operación. Llego corriendo a coger el bus y veo que me cierra la puerta y arranca el bus a paso tortuga pues el semáforo a dos metros estaba cerrado para los coches. Yo con la misma sangre fría ando a la par de la puerta del autobús hasta el semáforo (o sea, dos metros) y me paro en el semáforo junto al bus y sigo  mirando al conductor al que le debió de remover algo en no sé dónde de su gesto de piedra y me abrió la puerta.

Tampoco se cortan a la hora de poner orden en el bus. Un día íbamos máximo diez personas en el bus y el que iba sentado detrás del conductor, un chico negro hablando inglés a voces por teléfono, le empezó a cansinear con las voces que iba dando. El autobusero no se cortó y le gritó en alemán que no iba él sólo en el bus para que fuera dando esas voces por teléfono.

Hoy ha subido un hombre con dos cafés en la mano y un bollo y el autobusero ha dejado el volante, se ha ido hacia él que estaba sentado y le ha dicho que eso se lo tomara después del viaje.

También es muy curioso ver cómo de repente el autobusero pide permiso, para el autobús, cruza la calle del pueblo, entra, compra pan en una panadería y vuelve a subirse al bus para seguir el viaje. Un día nos preguntó uno a uno (yo iba sentada detrás de él y no me vio). Cuando subió al autobús después de comprar el pan, me pidió disculpas por no haberme preguntado a mí.

También hay una autobusera a la que su amiga la espera todas las mañanas en una esquina para darle un vaso de café recién hecho.

La zona central como en Madrid está reservada a carritos y andadores de la gente mayor y el primer asiento de la zona de atrás, que da justo a esa zona central, también está reservado a la gente mayor para que viaje al lado de su andador.

Con los perros se puede subir uno en el autobús, que viene siendo muy peculiar cuando dos perros se juntan y les da por ladrarse.

Viajar en el autobús es caro. Depende de las zonas pero puede salir por 2,50 euros un viaje. Venden unas tarjetas de distintos tipos. Hay unas que son unos cartoncillos en los que se pica un número de casillas en función de la distancia del viaje. Hay otras tarjetas mensuales que pueden salir a unos 60 euros el mes. También para la gente que tiene que coger el autobús por trabajo, hay veces que se puede conseguir a través de la empresa una job card. Puede salir a unos 360 euros el año. Con estas tarjetas se puede viajar en una serie de zonas (dependiendo de lo que se haya contratado) y tanto días laborables como festivos aunque no sea por trabajo el viaje en bus.

Aquí no hay la costumbre de levantar el brazo en la parada para que el autobús sepa que tiene que hacer la parada. En cuanto hay alguien en la parada, se para.

Se acabó el verano

Pues sí, aquí ya ha empezado a llover y a hacer fresco. En Madrid no usaba tanto la ropa de entretiempo como aquí. Gabardinas, botas, botines... Aquí sí hay otoño. 

Cursos de alemán en Ingolstadt

Saber alemán si vives en Ingolstadt es fundamental. Hay mucha gente que no sabe nada de inglés y es un problema cuando se tiene algún problema pues los servicios telefónicos también son en alemán.

Para aprender alemán hay varias academias. La gente se suele apuntar a lo que se llama la VHS en Ingolstadt. Es como la universidad del pueblo y en realidad es como un gran centro cultural que ofrece cursos de todo.

http://www.ingolstadt.de/vhs/‎

También hay otra academia muy famosa que es Inlingua.

Las dos están en el centro de Ingolstadt.

Para los que prefieran estudiar por su cuenta, online hay unos cursos que están muy bien:

http://www.dw.de/

Y sobre todo ayuda mucho ver televisión, leer, tener amistades alemanas para practicar el idioma.

Unos libros que me han ayudado mucho a aprender el idioma son los de la serie de Walt Disney. Son tebeos para niños pero están muy bien para aprender alemán porque todo es conversación. La serie se titula: Lustiges Taschenbuch



En cualquier papelería o centro comercial se pueden comprar.

Open Flair en Ingolstadt

El fin de semana pasado, de viernes a domingo, hubo Open Flair en Ingolstadt.

http://www.openflair.net/

El Klenzepark se llenó de actividad: biergartens, puestos de comida, bebida, puestos medievales, conciertos, ... todo estaba lleno de gente pero como viene siendo habitual a las doce de la noche todo chapado.

No importa la cantidad de gente que haya y si la fiesta está en su punto álgido. Las ferias se cierran a las once y media o doce.

Eché de menos la típica tómbola en la que los ositos pilotos y demás bestiario de trapo es rifado al son de una retahila de números. Aquí las tómbolas no existen. Tan sólo he visto las típicas en las que se coge un sobrecito y quizás si está premiado te llevas algo.

Descubrí un juego que no había visto nunca. Un círculo trazado por pequeñas casetillas con una puerta que da al centro del círculo. En el medio piedrecitas de todos los colores. Hay que pagar un euro por coger una piedrecita que se coloca encima de una de las casetillas. Cuando ya están listos todos los que van a jugar y han seleccionado la casetilla que prefieren, se suelta un ratoncillo en el centro del círculo. Este irá a meterse en una de las casetillas que, si ha sido previamente seleccionada, hace que el jugador gane la piedra y un ratoncito de plástico. Si la casetilla por la que se apostó no es la seleccionada por el ratoncito, se gana la piedra.

Los bancos de madera de los biergartens siempre están presentes en cualquier evento que se realice.

La música de lo más variada. Desde música jazz, hasta un concierto de música española, salsa, rock, ... de todos los tipos.

A las doce, cuando se acabó la feria, nos fuimos a la playa artificial que han montado en el klenzepark. Justo en la orilla del Donau, han puesto una terraza con tumbonas y arena de playa y musiquita de una especie de chiringuito.