viernes, 3 de agosto de 2012

Mi primera caída con la bici

Montar en bici está muy bien... hasta que descubres que te puedes caer.

Ingolstadt está muy bien para moverte en bici. Hay carril bici por toda la ciudad y hay tramos en los que te puedes mover por la carretera. Los coches respetan muchísimo. Si hay un accidente coche-bici la culpa es del coche.

Te puedes meter con la bici por casi todos los sitios aunque he descubierto que hay veces en las que el carril bici se tiene que usar en un sólo sentido. Si te quieres mover en el sentido contrario, tienes que cruzar e ir por el carril bici en sentido contrario.

Por supuesto yo me hago la longui y me lo salto... :S

La gente da por hecho que todo el mundo sabe llevar bici. Y eso puede no ser cierto porque yo no cojo la bici desde los 10 años y mi distancia lateral de seguridad es muy amplia. Me puedo marcar unas S se impresión y necesitar casi todo el carril bici para mi sola.

Un día iba yo de sobrada con mi bici. En la calle de mi casa hay una tienda rócker, de esas que te venden cosas de los años 50. El chico que la lleva es rócker. Un día entré a echar un vistazo y entablé conversación con él.

El chico suele sentarse en un banco delante de su tienda a ver pasar la gente. A mi me dio corte haber estado dando palique y pasaba por delante del banco haciéndome la longui para no saludar.

Ese día pasé en bici, haciéndome la longui. En un determinado momento y justo a la altura del banco donde estaba sentado, decidí, no sé aún por qué extraña razón, que quería abandonar la calzada y subirme a la acera. Mal. El problema fue que pillé el bordillo en paralelo. Hay que pillarlo lo más perpendicular a la rueda posible.

Esa lección la aprendí muy bien ese día... Intenté subir con la bici, pillando demasiado en paralelo el bordillo, y no hubo forma.

Por un momento la rueda hizo ademán de subir pero bajó, yo intenté poner el pie en el suelo pero vi que la bici se sostenía y volví a subir el pie al pedal pero el pedal se había movido y me arreó un golpe en la pierna.

Bajé el otro pie como acto reflejo a la vez que volvía a intentar subir a la acera y me arreé otro golpe de pedal esta vez en la otra pierna. Fue un juego de subir y bajar el bordillo, me caigo... no... me sostengo, subo el pie al pedal, parece que me caigo lo pongo en el suelo, golpe de pedal en la pierna... toda esta maniobra transcurrió en escaso un metro ya que la bici no conseguía avanzar con el bordillo.

En un momento, la bici paró y caí por fin de lado. Ese fue el final de la larga agonía.

A todo esto mi espectador todo atento había sido testigo privilegiado en primera fila y sentado tranquilamente en su banco. Amablemente se levantó, se acercó y me preguntó si estaba bien.

"Perfectamente" mientras iba notándome uno a uno como crecían los cardenales bajo el pantalón. Ahí entablamos de nuevo una conversación, esta vez basada en mi bici.

Ahora no me queda otra que saludarle siempre que paso porque es bastante estrecho el recuerdo que nos une. Estoy profundamente impresionada por la capacidad de mantener cara de circunstancia de este chico cuando yo estaba deseando quedarme a solas y partirme de risa de lo patética de mi caída. Vamos, que se ha ganado el saludo... :)

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